lunes, 2 de abril de 2012

Esmalte


Esmalte dental
Cubierta de gran pureza, compuesto por HIDROXIAPATITA (mineral más duro del cuerpo humano y también presente, pero en menor densidad, en huesos) que recubre la corona de las órganos dentarios, afectando a la función masticatoria.
Por lo tanto, está en relación directa con el medio bucal por su superficie externa, y con la dentina subyacente por su superficie interna. En el cuello tiene relación inmediata o mediata con el cemento que recubre la raíz, siendo extremadamente delgado a este nivel y aumentando su espesor hacia las cúspides, donde alcanza su espesor máximo de 2 a 2,5 mm en piezas anteriores y hasta 3 mm en piezas posteriores.
El esmalte es translucido de color blanco o gris azulado. El color de nuestros dientes está dado por la dentina, se trasluce a través del esmalte y está determinado genéticamente. Generalmente los dientes presentan un color amarillento, excepto en el borde incisal, donde predomina el color gris azulado del esmalte.
El esmalte está formado principalmente por material inorgánico (90%) y únicamente una pequeña cantidad de sustancia orgánica (2,9%) y agua (4,5%). El material inorgánico del esmalte es similar a la apatita.

Estructura
-       Prisma: formado por varillas o prismas de esmalte, dispuestas oblicuamente sobre la superficie del diente.
-       Bandas de Hunter-Schernger: bandas oscuras y claras alternadas de ancho variable, se originan en el borde amelodentinario y se dirigen hacia fuera, terminando a cierta distancia de la superficie externa del esmalte.
-       Ameloblastos: células formadoras de esmalte.

Este tejido no tiene la capacidad de regenerarse.

Función principal
Proteger a los dientes de las agresiones externas. El problema es que el esmalte mismo, debido a su alto contenido en minerales, es vulnerable y un número repetido de ataques ácidos puede ser suficiente para causar su desmineralización.
 
Se da el caso además de que incluso los hábitos de higiene dental pueden ser perjudiciales en este sentido, así por ejemplo, si nos cepillamos los dientes demasiado tiempo o demasiado fuerte, también favorecemos el desgaste. Cuando el diente se desmineraliza, se queda sin su protección.

El esmalte entonces se vuelve poroso, con pequeños orificios en su superficie por los que las bacterias entran dando lugar a problemas dentales como la formación de caries. Para detectar si esto está empezando a ocurrir, debemos fijarnos en si los dientes se vuelven más sensibles y presentan una ligera decoloración que se visualiza como manchas amarillas. 


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